Despues de varios años le dieron una casita en el predio de la escuela, ubicada al lado de donde se da el taller de telar.
Marta piensa que la escuela le cambio la vida. Pero Marta ahora añora el pasado. Nos cuenta que cuando ella entró a trabajar en la escuela, a fines de la década de los ochenta, se preparaba la comida para 700 alumnos. Aunque eran muchos más los alumnos, disfrutaba de su trabajo porque las alumnas colaboraban más con la tarea, compartían y tenían una mejor tarto. Y afirma muy segura, que los chicos de antes eran mas educados. Por eso, hoy no le gusta tanto su tarea.

Hoy su gran sueño es que todos nos concienticemos y mejoremos nuestra actitud: que los alumnos colaboremos más, que nos comportemos y expresemos mejor, que cada uno aporte su granito de arena para hacer de la escuela un hermoso lugar para aprender, trabajar y compartir.
¡Gracias Marta por aceptar el reportaje y dejarnos pensando en que siempre hay cosas que podemos mejorar!
Reportera: Jesica Russian
No hay comentarios:
Publicar un comentario